miércoles, 28 de julio de 2010

El puesto del hombre en el mundo natural


La dificultad mayor que encontramos para valorar y situarnos en relación con los bienes naturales, es precisamente acertar con nuestra misma «situación en el mundo».

El olvido de que el mundo natural no es obra del hombre ha llevado a establecer sistemas de valoración que priman sobre el valor del mundo natural en sí mismo; valoración desde un punto de vista científico, o económico, etc.

Es decir, en función de lo que proporcionan, sin más consideración ni más límites. Esta visión, que sólo mira al conocimiento desde las ciencias – al cómo funcionan-, es demasiado reducida. Efectivamente el mundo natural en el que vivimos es también objeto de las ciencias experimentales, aunque es ante todo un mundo con significados no otorgados por el hombre.

La clave para que el significado ecológico ante el deterioro de la naturaleza, y la clava para conocer los límites que no debería pasar nunca la intervención técnica del hombre, es alcanzar, como hemos señalado, esta capacidad o actitud de ver en la realidad el sentido y el significado, esta capacidad o actitud de ver en la realidad el sentido y el significado, su valor y su riqueza, y no considerarlos sólo materiales «neutros».

Lo que se le pide al hombre es aceptar su lugar en el mundo. Y esto supone reconocer que hay en la naturaleza una verdad inteligible y no sólo mecanismos causales, o mero azar, o absurdos sinsentidos; implica aceptar que alguien «dice» es verdad, que tiene un autor y que ese autor no es el hombre.

La historia de la Ciencia, como método de conocer, es la historia por construir un sistema que prescinda metodológicamente de las cuestiones esenciales como qué son, qué sentido tienen, o por qué existen.

Sin la existencia de un Creador con poder y amor no es posible entender el mundo natural. Ahora bien, la existencia de un ser en quien tienen su origen las criaturas naturales la proclamaron pensadores clásicos – sin conocimiento de la revelación judeocristiana--, como Aristóteles, que nos dieron las más profundas explicaciones del mundo natural y de nuestro poder en él; si bien es obvio que la profunda penetración de la realidad que suponen las explicaciones aristotélicas no está al alcance del común de los hombre. Se puede aceptar o no aceptar que el Génesis es la explicación del mundo y del hombre que nos da su propio Creador, pero difícilmente se puede encontrar en la historia del pensamiento una visión del mundo más profunda y coherente.

Sin una coherente visión del mundo se provoca una sensación de inestabilidad e inseguridad que a su vez favorece formas de egoísmo colectivo, acaparamiento y prevariación de los bienes naturales. De ahí que se planteen cuestiones éticas – especialmente bioéticas --, ya que el fenómeno vital se presenta cargado de significación ética: la vida reclama una actitud de respeto, que no es uniforme. Entre la vida de un ser unicelular, la vida vegetal, la vida animal, la vida de especies en extinción y la vida humana hay diferencias esenciales que sería absurdo ignorar englobando todos los fenómenos bajo una valoración homogénea de la dignidad de la vida en general. Como señalamos, aquí nos interesa determinar la valoración de la vida y del mundo inerte desde el punto de vista ético y no sólo desde la valoración científica.

El hombre tiene un lugar dentro del todo, un lugar muy alto, por otra parte. Puede decirse que el hombre es la medida de todas las cosas o que el hombre es un microcosmos. Pero él ocupa este lugar por naturaleza; el hombre tiene su lugar en un orden que él no ha originado. «El hombre es la medida de todas las cosas» es lo completamente opuesto de «el hombre es dueño de todas las cosas».

La revelación aporta una verdad que afianza y confirma el conocimiento que tiene el hombre de adquirir por su propia capacidad natural de conocer la naturaleza de las cosas, su sentido; conocimiento natural por la contemplación filosófica y el saber científico. Por ello, fiarse exclusivamente de los datos de las ciencias positivas supone un pensamiento exclusivamente de los datos de las ciencias positivas supone un pensamiento demasiado débil para comprender el mundo natural y el puesto del hombre en él.

No es pretendido menospreciar la Ciencia, sino subrayar la necesidad de rescatar en la formación en la mente de científicos, y de todo intelectual, las claves del pensamiento de la filosofía de la naturaleza; rescatar las claves de la profunda explicación de la realidad que nos permite entender de qué manera la materia y la forma se hacen una sola cosa, de qué manera azar y necesidad cooperan en los procesos temporales de los seres vivos.

viernes, 9 de julio de 2010

La importancia de la naturaleza es in-imaginable porque ella es la que nos da todos los beneficios para vivir como: el alimento ,la vivienda...pero nosotros los humanos que nos creemos los seres mas desarrollado y consciente en el mundo no pensamos, en lo que le estamos haciendo a nuestra casa pero en cambio los animales si la cuidan . Piensalo y cambia... los niños no juegan casi en campos por guerras, drogas...
Tenemos que poner una cura para sanar a nuestro hogar.La palabra "naturaleza" proviene de la palabra germanica naturist, que significa "el curso de los animales, carácter natural. Natura es la traducción latina de la palabra griega physis,todavia quedan lugares muy ricos en fauna, en flora y recursos !aprovechemoslo!!!
Dentro de los diversos usos actuales de esta palabra, "naturaleza" hacer referencia al dominio general de diversos tipos de seres vivos, como plantas y animales, y en algunos casos a los procesos asociados con objetos inanimados - la forma en que existen los diversos tipos particulares de cosas y sus espontáneos cambios, así como el tiempo atmosférico, la geología de la Tierra y la materia y energía que poseen todos estos entes.
A menudo se considera que significa "entorno natural": animales salvajes, rocas, bosques, playas, y en general todas las cosas que no han sido alteradas sustancialmente por el ser humano, o que persisten a pesar de la intervención humana. Este concepto más tradicional de las cosas naturales implica una distinción entre lo natural y lo artificial.
La naturaleza o natura, en su sentido más amplio, es equivalente al mundo natural, universo físico, mundo material o universo material. El término "naturaleza" hace referencia a los fenómenos del mundo físico, y también a la vida en general. Por lo general no incluye los objetos artificiales ni la intervención humana, a menos que se la califique de manera que haga referencia a ello, por ejemplo con expresiones como "naturaleza humana" o "la totalidad de la naturaleza".